En 1472, se dio el primer encuentro con los matlatzincas, pobladores del Valle de Toluca y en Jalatlaco. Las discordias entre los matlatzincas, divididos en dos grupos, uno pro aztecas y el otro adverso a ellos, hizo fácil la conquista ejecutada por Axayácatl, quien deseoso de hacerse de sus graneros y grandes producciones de maíz, en compañía de los reyes aliados de Texcoco y Tlacopan, y con ayuda de los demás pueblos del valle de México, les hizo la guerra victoriosamente, ocupando las fuerzas conquistadoras los pueblos de: Teotenango, Calimaya, Tepemachalco, Metepec, Zinacantepec, Tlacotepec, Tolocan, Tecaxic, Tecualoyan, Xoquitzingo y Tenantzinco.
Temascaltepec, figuró entre los pueblos que conquistó Axáyacatl, en sus campañas de 1474, 1476 y 1479. Cuando los soldados españoles dominaron Tenochtitlán, decidieron dominar a otros territorios, entre ellos el Matlatzinco el cual comprendía el Valle de Toluca, Teotenango, Malinalco y Ocuilan, que pagaba tributo desde fines del siglo XV.
La conquista trajo consigo la evangelización del territorio conquistado, la cual inició principalmente con la llegada de algunos franciscanos en los años de 1523 y 1524, posteriormente fueron los dominicos y agustinos quienes arribaron y continuaron con la enseñanza católica.
Se dice que ésta localidad fue fundada por una misión de padres franciscanos del convento de Toluca, recién conquistado el país, quienes permanecieron en la población hasta que entregaron la administración a los sacerdotes seglares, por los años de 1607 a 1615. Habían sido tres religiosos, encabezados por fray Gregorio Jiménez de la Cuenca, prior del convento franciscano de Toluca, quién decidió fundar su congregación en lo que hoy es el corazón de el barrio de Santa María Ahuatlán.
Después de estallar la Guerra de Independencia en 1810, los indios de San Francisco del Valle de Temascaltepec se sumaron al movimiento.
Por el valor que los habitantes demostraron en la lucha contra la invasión francesa, durante la llamada “Guerra de los Pasteles”, la población recibió el título oficial de Villa, cambiando su anterior nombre por el de “Villa del Valle”; esto sucedió el 7 de mayo de 1842 y por decreto número 60 de la Honorable Legislatura del Estado de México.
En 1847, un pequeño grupo de habitantes de la Villa del Valle entre los que figuraron José Rebollar, Ramón Uriarte y Francisco Ortíz Luque, se aliaron al ejército del general Nicolás Bravo para participar en la heroica defensa del Castillo de Chapultepec con motivo de la invasión norteamericana, de ahí se le dio el nombre de Valle de Bravo.
Se sabe que la Villa del Valle era famosa en la comarca por los arreos para bestias de carga que aquí se elaboraban; también eran bien conocidos sus finos rebozos cuya industria trascendió en la época de Maximiliano.
Años más tarde, durante las guerras de reforma, el general Felipe Berriozábal atacó Valle de Bravo que se encontraba en poder de los conservadores. Los liberales se apostaron en el cerro cercano del Calvario desde donde le disparaban al poblado. Un metrallazo hizo blanco en la campana mayor de la parroquia rajándola por la mitad. Posteriormente los habitantes juntaron sus pertenencias para restaurarla y la nombraron “San Francisco”.
Por el año de 1879, existía en Valle de Bravo nueve minas, las cuales al parecer no eran explotadas debido a la situación económica; sólo una de ellas destacó, la de El Salto, en la que se obtenía y fundía hierro.
A raíz de su independencia, México vivió por más de una centuria una gran confusión política y social. Liberales y conservadores se arrebataban el poder sumiendo al país en el caos y el atraso.
A partir de la Revolución Mexicana Valle de Bravo formo parte de los 16 distritos políticos existentes en la entidad en 1910.
En 1937 un pequeño grupo de ingenieros de la naciente Comisión Federal de Electricidad había llegado a iniciar los estudios para la posible construcción de la planta eléctrica de Ixtapantongo y que más tarde se llamaría Sistema Hidroeléctrico “Miguel Alemán”. Los trabajos se iniciaron el cinco de mayo de 1938 y fueron concluidos el 17 de julio de 1947; se inundaron 2,900 hectáreas de las mejores tierras que tenía Valle de Bravo, a las que se denominaba El Plan.
Se formo entonces el maravilloso lago que hoy es disfrute de muchas personas que pasean por las calles de Valle de Bravo.